La segunda noche de barricadas, en
esta ocasión amparadas por la detención del rapero Hasél, está trayendo una problemática
en uno de los partidos de gobierno y un debate sobre la justicia, su aplicación,
los tiempos de la misma y los límites de la libertad de expresión.
Unidas Podemos tiene un problema si no
condena los hechos ocurridos, la violencia no es admisible bajo ningún
concepto, a estas horas no ha habido ningún responsable de U.P. que lo haya
hecho, ni Jaume Asens, ni Echenique, tampoco Mayoral. Y le pregunto a nuestro
vicepresidente Pablo Iglesias, ¿para empezar a hablar habrá que condenar o
aceptamos estos espectáculos?
Considerando a Hasél un artista de extrema
izquierda y por poner el último ejemplo, a la organización neonazi madrileña
Juventud Patriota de extrema derecha, hemos de pedir a la justicia que castigue
los hechos con la misma contundencia, ¿o es que no es igual de grave enaltecer
el nacismo, homenajear a la división azul o ser antisemita?, si no lo hace
tenemos un problema por la injusticia que se genera.
Por suerte o por desgracia la
ultraderecha y la extrema izquierda son caras de la misma moneda. En
consecuencia, se tocan en las formas en las que se expresan, lo que ocurre es
que la vara de medir de la justicia no es la misma. Y ahí radica el doble problema,
la ley y su aplicación, aplicación derivada de unos artículos y una
interpretación en artículos como el enaltecimiento del terrorismo y humillación
a las víctimas, las Injurias a la corona e instituciones, los Delitos de odio y
los Delitos contra los sentimientos religiosos.
Por último quisiera añadir que hay una
tendencia en la juventud en los últimos tiempos a expresar su malestar de forma
violenta, barricadas, lanzamiento de piedras a la policía rompiendo bordillos y
aceras a golpe de pico y escarpia, incendios con cualquier tipo de material en
la vía pública, romper escaparates de los comercios, en especial bancos, quemar
coches, motos, containers…, en fin, una tendencia a manifestar el malestar a
través de la guerrilla urbana organizada.
Así mismo se observa una falta de
respeto a cualquier decisión de la justicia que no convenga a los intereses de
los extremismos y se está respondiendo con violencia por parte de una juventud
en la que el hartazgo de las promesas incumplidas suman ya demasiadas, y muy
importante, recordar que con violencia corremos el riesgo de retroceder en los
derechos ciudadanos.