El siglo
XVIII, el llamado el siglo de las luces, significó el mejor de los intentos
que ha habido en la historia de transformar las estructuras del antiguo régimen,
un cambio en el que la luz que iluminaria los cambios procedería de la razón
humana. Así pues la razón y en consecuencia el razonamiento se convierte en
fuente de conocimiento. Un conocimiento que dicho sea de paso era totalmente
necesario en un mundo dominado por las creencias y la incultura.
Para no
alargarme, diré que el pensamiento ilustrado trató de cambiar las estructuras
en la sociedad, con el famoso lema de todos somos iguales caía la figura del
rey, en política la separación de los poderes del estado, derecho del pueblo a
autogobernarse…, en religión la ilustración nos libró la opresión de la iglesia
y en economía dio lugar a la burguesía y al liberalismo económico.
No es pues
una salvajada decir que nuestra sociedad es nieta de la
ilustración, pues es la base sobre la que se asienta nuestra actual democracia
y forma de vida. De hecho la revolución francesa es hija directa de la
ilustración aunque a Francia le costará unos 80 años en asentar sus cimientos,
las viejas estructuras económicas, sociales, políticas y religiosas se resisten
a perder su papel hegemónico.
Lo que no previeron
y desconocían nuestros ilustrados con el paso necesario que dieron, era que aparecerían
conceptos como fluidez, cambio, flexibilidad, adaptación, dispersión,
desconcierto, incertidumbre, y no estoy descubriendo nada nuevo, la modernidad
es líquida, ya lo escribió Zigmunt Bauman y surge cuando la razón no aporta el
conocimiento necesario para superar la falta de conocimiento.
Por
desgracia la razón en demasiadas ocasiones tarda tiempo en encontrar el
conocimiento y en estos tiempos que nos ha tocado vivir la razón no ilumina la
cantidad de conflictos que tenemos encima.
El de mayor
calado sin duda en estos momentos es una falta de luz en salud con el tema de
coronavirus, protocolos y más protocolos y cambios en los protocolos nos
invaden cada día. Pero la ilustración también nos ha dejado problemas no
resueltos como el neoliberalismo económico y político que impera, o nuevos, como
la creación de la nueva alta sociedad (la burguesía) que rompe la premisa principal de la
ilustración:
Los hombres
como cualquier otro animal son iguales y buenos al nacer, es la sociedad quien lo
corrompe.
De lo que sí
estoy seguro es que la ilustración nos ha conseguido librar del castigo
divino y de la gobernación aristocrática, esa fue su victoria, nos queda un arduo
trabajo por delante…