Las Meninas es el cuadro por excelencia del Barroco que Velázquez pintó en
plena madurez y una de las pocas obras que ha dejado y deja una impronta
imborrable en el inconsciente colectivo.
No alcanzó fama internacional hasta la inauguración del Prado bien entrado el siglo XIX.
Esta obra de arte nada más terminada ya cautivó a su yerno Juan
Bautista Martínez del Mazo, detrás vinieron Luca Giordano, John singer Sargent... y por
supuesto a Pablo Ruiz Picasso entre muchos otros.
Sin lugar a dudas y sin temor a equivocarnos podemos decir que mientras
Velázquez interpreta y compone en su madurez, Picasso reinterpreta y descompone
en su madurez. Pareciera que esperaba la fecha, pues la paradoja es que aproximadamente
300 años después de pintar Velázquez sus
infantas, Picasso da un giro brutal a las meninas convirtiéndolas y añadiendo más
caldo a una fuente eterna de inspiración en un repertorio inmenso de diversos
autores cautivados por la belleza del arte de las meninas.
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