Sólo pronunciar su nombre algo se
mueve dentro de mí.
De un tiempo a esta parte y en
especial desde la llegada de mi hija la visita anual a Montserrat se ha
convertido en un clásico.
Varias fuerzas tiran para esta
visita anual, entre ellas sin embargo quiero destacar la Montaña y la Moreneta.
La conexión entre ellas es innegable y ciertamente antes fue la montaña que la Virgen…
la iglesia católica acostumbra siempre que ha podido a recalaR en parajes especiales
para construir allí un conglomerado religioso con el fin de atraer a peregrinos
y engrandecer el lugar en cuestión. La belleza del lugar, la posición
estratégica, la fertilidad de las tierras, la proximidad de agua son otros motivos de asentamiento religioso. No quisiera
convertir este post en una crítica eclesiástica, bastante llevan ya encima,
tendremos seguro otro momento para darles un poco de estopa.
La visita a la Vírgen es ya una
tradición por una parte de la familia. La fe depositada en la talla es mi única
creencia, es como si en esa pieza se concentraron los deseos de los millones de
personas que anualmente recibe su bola del mundo tan gastada y renovada en
tantas ocasiones. Ciertamente, si pienso que de algún modo se deposita un tipo
de energía que nosotros canalizamos a través de una fe que nos da una ayuda
extra para afrontar aquellas tareas o deseos que pedimos y que en ocasiones se
vuelven tan ingentes que necesitamos de esa fuerza, de ese plus del exterior
para llevarlas a cabo llamada fe o creencia.
Como decía, siempre que he subido he
hecho alguno camino, la cruz de Sant Miquel, el camino dels degotalls, el de la
Santa Cova, Sant Joan…de hecho quedan pocos ya. En absoluto son caminos de
dificultad alpina, se pueden hacer con unos cómodos zapatos.
Con mi hija a punto de cumplir los 3
años y habiendo dejado hace poco el carro estaba claro que hoy no haríamos
ningún camino. Y bien cierto es…, alguna cosa ha faltado y mi espíritu así lo
siente. Me ha faltado impregnarme del magnetismo telúrico y la belleza caprichosa
y mágica en la que se transforman unas piedras esculpidas por la erosión a lo
largo de millones de años. Ahí reside en la belleza, por tanto, hay que
alejarse del centro arquitectónico para percibir y recibir este don que tiene
este macizo llamado Montserrat, monte serrado, en honor a la vista del perfil
de la montaña que recuerda a una sierra.
El origen de la montaña de
Montserrat se encuentra 50 millones de años atrás, dónde debemos imaginar la
zona actual como un golfo marino sumergido dónde numerosos ríos tenían su
desembocadura y transportaban sedimentos
que acabaron por formar un gran conglomerado de rocas y guijarros. Este golfo sumergido, debido a grandes procesos
geológicos emergió. El viento, la lluvia, el hielo, la vegetación, los animales
con el paso del tiempo fue forjando el aspecto del macizo de Montserrat actual.
Así pues sirva este escrito para decir bien claro que la belleza del lugar no reside en la creencia religiosa que invade la montaña. Es más debería dejar de ser patrimonio de las fuerzas religiosas que se han apropiado, beneficiado y sacado provecho (y de hecho lo hacen y siguen haciendo y creciendo) del macizo para sus fines religioso-políticos.
http://cientual.blogspot.com.es/2009/07/la-energia-telurica-y-como-afecta-los.html
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