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jueves, 20 de noviembre de 2014

EL BOMBARDEO INFORMATIVO

Es constante el bombardeo de todo tipo al que nos vemos sometidos. Este ataque se realiza de forma indiscriminada desde todos los frentes, en ambas direcciones y con todo tipo de armamento. La guerra de la comunicación, desinformación o incomunicación hace décadas que está abierta y las consecuencias están siendo terribles.
Es sabido que para el poder la desinformación y la publicidad han sido, y siguen siéndolo aunque en menor medida, armas para someter, dirigir o engañar a la población gobernada. Habremos de tener pues presente que esta arma también juega en la actualidad un papel fundamental y decisivo, siendo a la vez bidireccional y necesaria en todos los frentes.
La revolución de las comunicaciones ha cambiado el paradigma. Así pues ahora no solo debemos preguntarnos en que miente o para que miente, sino, y es lo más complicado, quién miente o quién miente mas. Pero el asunto termina aquí, como veremos más adelante también y muy especialmente a nosotros mismos.
De los derechos humanos el de la libre expresión está recogido, ahora bien el derecho a recibir comunicación e información veraz y objetiva no está recogido en la carta de los derechos humanos.
Ciertamente, el desamparo es enorme pues la manipulación y la parcialidad hacen acto de presencia desde el inicio de los tiempos.
Curiosamente los humanos después de nuestras primeras palabras cuando el infante ha adquirido una mínima destreza en el lenguaje aparecen las mentiras y la manipulación para obtener aquello que desean, lo que me lleva a pensar que forman parte de esa naturaleza oscura que llevamos de fabrica el homo sapiens, y por tanto reclamo el derecho a una comunicación e información veraz en la carta de los derechos humanos.
En estos tiempos se ha puesto de moda hablar de lo tóxico, parece que no nos damos cuenta y realmente estamos intoxicados, y lo estamos hasta tal punto que necesitaríamos reiniciarnos psicológicamente hablando . Tenemos enquistadas en nuestra mente parámetros, creencias, códigos, relatos,… tan arraigadas que damos por verdad absoluta y que no nos cuestionamos.
Este conglomerado mental que se labra en los primeros años de vidas junto la información y conocimientos que vamos acumulando y también ocasiones perdiendo o transformado con el paso del tiempo, son las piezas necesarias que nos permiten generar nuestros enunciados, juicios, es decir genera información.
Este proceso es trasladable a cualquier agrupación humana, periódico, ministerio, gobierno... Dado que no nos es posible reiniciarnos de forma no traumática y adquirir un nuevo sistema operativo ante cualquier ente q produzca información, deberemos en primer lugar a nosotros mismos, y examinar aquellos parámetros y creencias, códigos, relatos, tan arraigadas de los q hemos hablado anteriormente y que colaboran en la parcialidad de nuestra verdad
Así mismo ante la avalancha informativa, publicitaria, ideas políticas,…debemos escuchar diversas opiniones para poder formarnos nuestro relato de la forma más objetiva con datos e información lo menos imparcial y subjetiva.
La tarea es ardua, y entiendo que en muchas de las ocasiones para obtener una información objetiva y sincera, los humanos optemos para la vía fácil. Pasar de aquello que nos preocupa, o meter en el mismo saco, por ejemplo a todos los periódicos, periodistas, políticos, empresas…o simplemente darle la espalda al problema, no afrontarlo, no luchar en definitiva por descubrir la verdad.
A esta posición que adopta la mayoría de la población ayuda una sociedad alocada, que va a una velocidad de vértigo y que no digiere y procesa lo necesario, que devora en minutos noticias, resultados, homicidios, asesinatos, accidentes, que no deja respirar por continuas sacudidas de todo tipo, crisis, accidentes, independencia, recortes, corrupción, obras.
Todo está entretejido y por algún lado tendremos que empezar, Las pequeñas acciones de cada día estoy convencido ayudarán a cambiar y todos deberíamos de sentir esa llamada.
 Las grandes ocasiones marcan una dirección, pero nunca el camino.
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